Por Salvador Hernández LANDEROS.
“Nunca visites panteones, ni llenes tumbas de flores; llena de amor corazones” “En vida hermano, en vida”. Así nos lo legó, Ana María Rabatté.
Hoy, Día de los Fieles Difuntos o Día de Muertos, es una fecha muy especial para quienes aún estamos de tránsito en esta corta o larga vida.
Todos los qué aún habitamos este mundo, tenemos a alguien a quien recordar, con tristeza, con alegría o con el intenso amor de nuestro ser.
Frente a una tumba recordamos al padre y a la madre que nos dieron vida. A los hermanos y amigos a quien extrañamos por su generosa compañía.
Tal vez no hicimos caso a Rabatté cuando nos compartió aquello de: “No esperes a que se muera la gente para quererla y hacerle sentir tu afecto”.
La partida a la eternidad de la esposa o esposo, de un hijo o hija, es un sentimiento que enaltece al amor, que brota como la belleza del espíritu.
Recordemos hoy a nuestros queridos muertos. La vida y la muerte son inseparables. Quién niega a la muerte, acaba por negar la vida. Así de simple.
Parados o hincados recordemos con intensidad a nuestros difuntos, que espiritualmente sus almas encuentren el camino de regreso a nosotros.
La presencia del ser humano en esta vida, es muy corta comparada con la eternidad. Por eso, “si deseas dar una flor, no esperes a que se muera”.
Tuvo mucha razón Ana María al escribir: “Si deseas decir te quiero a todos los de tu casa, al amigo, cerca o lejos, hazlo ahora”, no cuando mueran.
“Si quieres hacer feliz a alguien que quieres mucho, díselo hoy”. “Serás feliz si aprendes a hacer felices a quienes te rodean”. ¡En vida hermano, en vida!.