Y si fueron militares inconformes.

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Por Salvador Hernández LANDEROS.

Usar al Ejército para resolver problemas políticos y la “inducida incapacidad” para enfrentar al narcotráfico, habrían provocado una tensa inconformidad.

Esas causas obligan a preguntar al gobierno federal, si no está confundiendo sus instrumentos y mal entendido sus obligaciones con las fuerzas armadas. 

Por ello, en círculos ronda el sospechosismo sobre si el hackeo, denominado “Guacamaya”, fue una obra de militares inconformes con sus asignaciones. 

Y más que hackeo, se cree que fue una filtración de documentos sustraídos por elementos que no están conformes con actuar del Presidente y el General.

Quienes hicieron la filtración de documentos de la SEDENA, supieron a quién entregarlos (a Latinus) y no a otro medio comprometido con AMLO.

También, agregar la ausencia de General Luis Crecensio Sandoval González, ante los medios o en la mañanera para profundizar sobre la posible filtración.

Esa filtración, suponen, es molestia por la inacción operativa, (abrazos, no balazos) respecto a la violencia de la delincuencia organizada contra la tropa.

La inconformidad en las fuerzas armadas no es nueva, se ha incubado sexenios atrás al utilizar a los soldados en tareas propias de las autoridades civiles.

La misión fundamental del Ejercito es defender a México de las amenazas externas, es decir, de una acción armada de otro País, la cual no ha ocurrido.

En los tres niveles de gobierno, las autoridades no han podido con las corporaciones policiales y han usado al Ejército ensuciando su desprestigio.

Desde la década de los 50as lo han usado para reprimir manifestaciones de la sociedad civil (Tlatelolco, Chiapas y otros) que han ido mermando su imagen.

chavalolanderos@yahoo.com.mx