Por Salvador Hernández LANDEROS.
El programa “Apadrina Una Escuela” que implantó el gobernador de facto, no electo, Samuel García, ya trae cierto tufo por la falta de transparencia.
Según él, ya son 80 escuelas públicas que han sido apadrinadas por empresas y clubes deportivos que han aportado 150 mil pesos para su rehabilitación.
Pero da la casualidad que, hasta hoy, no se tiene una lista completa de esas escuelas que, se supone, arrancaron clases presenciales el pasado lunes.
Un desplegado en medios daría transparencia a esas 80 escuelas públicas, como también dar a conocer quiénes son los padrinos y cuál es su giro.
“Una de las premisas es que escuela que apadrinamos se tiene que abrir el lunes siguiente”, así dijo Samuel al reportero José Luis Marroquín, de El Norte.
También afirmó: “Los directores de los planteles acordaron que, al momento en que se repare una escuela, se debe permitir el regreso a los alumnos”. (sic)
Por sus declaraciones les decimos que es “gobernador de facto, no electo”. Samuel está asumiendo funciones y acuerdos que aún no le corresponden.
Aunque eso es lo de menos. Ante la apatía de Jaime Rodríguez y de María de los Ángeles Errisúriz, “alguien tiene que sacar al buey de la barranca”.
El meollo está en que actualmente “nadie la brinca sin huarache”. Soltar así, como así 150 mil pesos, nada más para salir en una foto en El Norte, ni locos.
Qué les ofreció Samuel a esos “padrinos”. Acaso alguien les va a pedir “el bolo padrino”. Los regios escamados ya no creen ni en las “damas de la caridad”.
Y menos, cuando en el sector oficial abundan “los factureros”. Ejemplos sobran, como en la Rectoría de la UANL, donde saquearon mil 500 millones.