Por Salvador Hernández LANDEROS.
En la sede estatal del PRI, el horno no está para bollos.
El espectro de la traición ronda, principalmente, entre los priistas jóvenes, luego de la derrota del candidato a la gubernatura, Adrián de la Garza.
Hay coraje y resentimiento contra algunos personajes que, supuestamente, operaron a favor de Samuel Garza, al estilo de la “vieja política”.
No se refieren a los que abiertamente se declararon contra el PRI, que sin esconderse y sin renunciar al tricolor, se fueron a dar apoyo a Clara Luz.
La derrota del candidato a la gubernatura y del candidato a la alcaldía de Monterrey, Francisco Cienfuegos, aseguran, está dentro del mismo PRI.
Para esta generación de priistas, la traición la operaron “viejos políticos”, esos que con su actuación en el pasado estigmatizaron al PRI.
Aseguran que el daño no se lo hicieron a Adrián ni a Cienfuegos. Tampoco a Medina. “Se lo hicieron al PRI, al partido que les dio lo que tienen”.
El resultado de esta elección ha puesto a sus jóvenes militantes a reflexionar por la austeridad que viene por la falta de recursos financieros.
Es cuestión de tiempo para conocer a los traidores del PRI. Para ellos algunos están encerrados en su mismo despacho y seis años pesaran en su edad.
Sin embargo, en las filas del Partido Revolucionario Institucional hay militantes con fervor priista que forman parte del Consejo Político.
Esperarán la presencia de su dirigente nacional, “Alito”, para reunirse y exigir la expulsión quienes se fueron abiertamente a apoyar otras candidaturas.
De los traidores no dicen nombre, pero por lo que dicen, se deduce. ¿O no?