Próstata sana; mujeres felices.

0
291

Por Salvador Hernández LANDEROS.

Sor Juana Inés de la Cruz, no se inspiró en la próstata para escribir su poema “Hombres necios que acusáis”, que bien queda en este tema para machos.

¿Por qué asociamos a Sor Juana con la próstata? Muy sencillo. En México, cada año pierden la vida 7 mil hombres, por su machismo para evitar el cáncer.

El macho mexicano no acepta la exploración rectal. Les parece indigno y piensan que van a perder la masculinidad y, en el peor caso, la virginidad.

La religiosa escribió que “los hombres son necios porque culpan a las mujeres por las cosas de las que ellos son culpables”, hasta por la disfunción eréctil.

Por ello en su primera estrofa, Sor Juana escribió: “Hombres necios que acusáis a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”.

La lucha contra el machismo no es nueva, data desde hace 324 años, cuando en 1689, Sor Juan Inés de la Cruz, expuso la desigualdad e injusticia hacia la mujer. 

Los muy hombres y muy machos cooperan en las campañas contra el “Cáncer de Mama”. Hasta futbolistas lucen sus moños rosas en su antebrazo.

Pero ninguno de estos es capaz de hacer campaña para su causa. Son candil de la calle. No hablan de la próstata ni de la disfunción. Es tabú confesarlo.

Hablar de la función de la próstata, la patología de la misma, de la hiperplasia, de la dificultad para la micción, es función del especialista, del urólogo.

La nuestra es aportar el espacio para exhortar a los machos con más de 35 años de edad para prevenir ese tercer tipo de cáncer que aflige al hombre.

Y hagamos caso al médico, Armando Tamez Perales, urólogo de Cadereyta, quien dice que, con próstata sana, hay hogares, hombres y mujeres felices. 

Y sin egoísmos les compartimos esa joya de la literatura universal, obra de Sor Juana Inés de la Cruz.

“Hombres necios que acusáis”

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana;
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y otra por fácil culpáis.

¿Pues cómo ha de estar templada
la que vuestro amor pretende
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

chavalolanderos@yahoo.com.mx