Por Salvador Hernández LANDEROS.
La grey católica está sentida. Le ofende que la usen con fines políticos y piden a Dios que perdone a Samuel García, porque “sí sabe lo que hace”.
El catolicismo no está de acuerdo en que el gobernador, a través de su visita a El Vaticano, busque la reconciliación ciudadana por sus malos actos.
Los miles de católicos, de camión y metro, que desde hace un año “padecen las de Caín”, mostraron su FE en sus visitas a la Basílica de Guadalupe.
Samuel, con gastos pagados por ellos, se lleva a su mamá y su hermano, a una visita al Papa Francisco y entregar una carta de invitación a NL.
Al más puro estilo de “la vieja política”, hace gala de que las puede, por influyente. Por qué no se llevó a una monja y un sacerdote como testigos.
El gobernador se tomó atribuciones que no le corresponden al entregar a Pietro Parolin, la citada carta de invitación para que el Papa visite Nuevo León.
Una visita del Papa es un proceso debidamente planeado y negociado entre la Conferencia Episcopal, el gobierno federal del País y El Vaticano.
En tanto que las tres partes no lleguen a un acuerdo, el País posiblemente visitado no puede anunciar la visita, por acuerdo de protocolos diplomáticos.
El Sumo Pontífice sólo puede realizar dos visitas. Una apostólica invitado por los Obispos del País y otra de Estado, cuando invita el presidente de la Nación.
Samuel debe tomar seriedad en su cargo. Gobernar es una responsabilidad muy seria. No se trata de vender ilusiones y menos ofender a Dios con niñerías.
Ojalá que cuando Samuel regrese de Italia, Francia y España, venga contagiado de la humildad del Papa Francisco y pida perdón a los católicos ofendidos.