Por Salvador Hernández LANDEROS
El clavo que le faltaba a la cruz de AMLO para ser crucificado en el proceso electoral del 2024, ya lo tiene, con nombre y apellido. Es Ovidio Guzmán.
En el póker político que Andrés Manuel López Obrador jugó con la visita del presidente americano, Joe Biden, apostó con un as del narco y perdió.
Si por artimañas jurídicas le conceden la libertad “por falta de pruebas”, o no lo extraditan a Estados Unidos, se le caería todo su proyecto al presidente.
Si se le “fuga” del reclusorio donde está confinado, como lo hizo en su tiempo su papá, Joaquín “El Chapo” Guzmán, será una factura muy costosa en votos.
Baste recordar cuánto perdieron el PAN y el PRI, además de las sucesiones del cargo de Vicente Fox y Enrique Peña Nieto, con las fugas de “El Chapo”.
Para continuar el proyecto de la 4T, Ovidio Guzmán habrá de permanecer preso, al menos, hasta concluido el proceso electoral del 2014, si bien le va.
Pero Estados Unidos no se va a conformar sólo con Ovidio, va a insistir en la captura de Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Joaquín, además de “El Guano”.
Esta captura es una losa muy pesada para López Obrador. Tendrá que lidiar en “las mañaneras” con “los conservadores” que presionarán por más capturas.
Pero no sólo “los conservadores” presionarán. También lidiará contra la inconformidad ya muy notoria hacia el interior de las fuerzas armadas.
Ejército y Marina están distanciadas. Luis Crecensio Sandoval (SEDENA) y Rafael Ojeda Durán (SEMAR) discrepan por la política “abrazos, no balazos”.
También militares presos por combatir a narcos. Decenas de soldados caídos en emboscadas y enfrentamientos. Por ello, el ánimo de las tropas está decaído.