Por Salvador Hernández LANDEROS.
Por su falta de capacidad, experiencia y oficio, a Samuel García, literalmente el gobierno federal lo manda al Diablo y, sin agua, se lo llevaría la corriente.
El Decreto de Andrés Manuel López Obrador sobre el uso y aprovechamiento de los recursos naturales, como el agua, afectará políticamente a Nuevo León.
Con la firma de ese acuerdo, la Federación toma el control total del vital líquido y destinarlo al uso doméstico y, de acuerdo a su interés, a las empresas.
Con dicha concesión, las principales empresas afectadas son las cerveceras y refresqueras, principalmente, que se quedan sometidas a la decisión federal.
Qué significa eso, que los empresarios, de requerir agua para su producción habrán de ocurrir directamente con el presidente, o con quién él disponga.
En forma clara, se refiere a José Antonio Fernández Carvajal, a quien se conoce como “El Diablo”, presidente de FEMSA y la cadena comercial OXXO.
No es nuevo el señalar el encono del presidente en contra de “El Diablo” exhibiendo desde el inicio del sexenio, el manejo de las tiendas de conveniencia.
Ese Decreto no es más que una consecuencia del mal manejo político de Samuel García ante la federación, (léase AMLO) para tomar esa decisión.
Cuestión de entender al director de AyD, Juan Ignacio Barragán, quien dijo: “El Decreto facilitará al Estado y Conagua, las negociaciones con las empresas que no han aceptado ceder temporalmente parte de su agua y, en su caso, podrán ahora obligarlas” (sic).
Hoy, según reportes, el titular de Gobernación, Adán Augusto López, vista NL para reunirse con Samuel García e industriales, a aclarar dudas del Decreto.
El asunto mayor será cuando el gobernador se reúna con “El Diablo”.