Por Salvador Hernández LANDEROS.
En tiempos actuales, con pandemia y con todo lo que ocurre en NL, se extraña a las autoridades mandonas, con pantalones bien puestos, bien fajados.
Por ejemplo, don Alfonso Martínez Domínguez, no echaba rollo ni desplantes broncos. No amenazaba ni anunciaba lo que hoy llaman, “un cambio de timón”.
Ante cualquier irregularidad, actuaba para sentar un precedente. Al dueño del PT, “Beto” Anaya, lo metió al penal y salió sedita, sin invadir tierras ajenas.
Jorge Treviño era tolerante, sensible a los reclamos ciudadanos. Se fajó los pantalones y no dudó en echar del Estado a quien atentó contra la sociedad.
Sócrates Rizzo hizo la mejor línea del Metro y la Presa “El Cuchillo”, antes de que Zedillo lo sacara a mitad de su quinto año de gobierno por salinista.
Hasta Fernando Canales Clariond le echó pantalones, sin ser bombero ni policía. No perdonó a un colaborador que contrató a un mitómano y falsificador.
De José Natividad González Parás y Rodrigo Medina, las nuevas generaciones mayores de 30 años, se han de acordar lo que hicieron y lo que dejaron pasar.
¿Y de Jaime Rodríguez? Pues no, aunque le digan “El Bronco”, los pantalones bien fajados de Alfonso, Jorge, Fernando y hasta Sócrates, eran talla grande.
Actualmente, en el accionar de las autoridades, se parece al cuento del gato que se la pasa en las azoteas, mientras abajo los ratones hacen de las suyas.
Tal parece que la pandemia se los bajó, claro, a su conveniencia. Amagan con cárcel a quien no use cubre bocas y abra negocios no esenciales. Y no pasa nada.
A los adultos mayores los tienen en casa y “El Bronco” no es un jovencito, tiene 63 años. Y hasta Manuel González, en mayo llega a 64 y anda en campaña.