Por Salvador Hernández LANDEROS
Que no se culpe de todo a Samuel García porque hay más gente involucrada. Él hace lo que puede, pero a él, de que “le quedó grande la yegua”, le quedó.
Ni siquiera se le culpe de la decisión final sobre la empresa Tesla. Ahí no hay capacidad ni política conciliadora, sólo inclinación ante la decisión federal.
La gubernatura de NL es mucha responsabilidad. Gobernadores, políticamente muy adultos, tuvieron tropiezos y, el actual, llegó muy “tiernito” al cargo.
Pedro Zorrilla, Martínez Domínguez y Jorge Treviño, llegaron con un costal cargado de experiencia política. Rizzo García, de la mano de Carlos Salinas.
El gobernador actual es producto de la tecnología, de las plataformas digitales y la exposición mediática. Con nula experiencia administrativa.
En el 2015 contendió por el 18 distrito local y perdió contra el panista Marcelo Martínez. Sin embargo, fue diputado por la vía plurinominal. Al modo fácil.
Como diputado hizo la propuesta para eliminar el cobro en estacionamientos comerciales. Eso no prosperó, pero sí sus diferencias con el PRI y el PAN.
En el 2018 se registró para el Senado. En sus dos y medio años ofreció al Estado un nuevo pacto fiscal ante la federación para mayor redistribución.
Con esa “experiencia”, como en “fats track” político, le bastó para implantar su Nuevo Nuevo León y ahora aspira la Presidencia de México en el 2024.
En su ideología está a favor de la legalización de la marihuana, el matrimonio igualitario y en contra de la derecha que, dice, desgasta a los desfavorecidos.
En política, dicen, que “el que con lobos se junta, a aullar se enseña”, pero Samuel no alcanza la tonada con Andrés Manuel, quien lo chamaquea a placer.
Se dice Tigre desde su niñez. En política no y si se compara con lo otro, estaría en las reservas. Y en su aprendizaje, se está llevando de encuentro a NL.
