Por Salvador Hernández LANDEROS.
Con todo respeto a su jerarquía, parece que el arzobispo Rogelio Cabrera López está confundiendo su misión como representante de la FE católica.
Su compromiso es con Dios y los católicos. Su proselitismo no debe sujetarse a la agenda de quien busca reflectores a costa de una necesidad natural.
Convocar a una reunión para orar y pedir a Dios que nos envíe agua y sentar en primera fila a Samuel García, puede afectar “sus buenas intenciones”.
Rogelio Cabrera, presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, ante Dios, se debe a los católicos, no a un administrador de los bienes del Estado.
Lamentamos no poder decir que “la FE mueve montañas”. Nos apena que su convocatoria, sólo reunió a unos 500 creyentes, según crónica de El Norte.
La fatalidad de un desabasto del vital liquido en la Presa La Boca, afectaría a más de cinco millones de habitantes de NL, no sólo a esos 500 feligreses.
Es triste para la comunidad católica reunir sólo a 500, que es una mínima parte de quienes habitan en el municipio de Santiago, los principales afectados.
La FE del principal católico estatal fue desdeñada hasta por el alcalde de Santiago, David de la Peña, quien a la mejor es católico, pero no emecista.
A lo mejor los rezos no van a servir de mucho y menos si está de por medio la corrupción política, pero si puede alentar a que no se haga mal uso del agua.
El arzobispo Cabrera debe repensar en una nueva convocatoria en un horario y lugar adecuado, por decir un domingo a mediodía en la plaza Zaragoza.
El agua la necesitamos todos, católicos y no católicos. Tienen todo el derecho políticos y no políticos, pero sin preferencias ni como invitados de honor.
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