Por Salvador Hernández LANDEROS.
Seis años después, el tiempo le brinda a la diputada del PRI, Ivonne Álvarez, una nueva oportunidad para hacer y cambiar la historia política de NL.
Sin revanchismos debe imponer su madurez política. Tiene oficio, ya pasó por el legislativo local y federal. También ha sido alcaldesa y senadora.
Dignificar el Congreso será para Ivonne una ardua labor. Es una sede con tufo a pantano. Así lo dejaron algunos integrantes de la pasada legislatura.
Esa hediondez corrupta no es invento de medios. El mismo Samuel García, como senador, acusó de centaveros a varios diputados del PRI, PAN y PT.
La lucha fue de dos años. Acusó de desvío de recursos a Jaime Rodríguez, a Manuel González y secretarios, luego de la fallida campaña presidencial.
En su acusación, Samuel involucró a varias secretarías. Entre otras a la de Educación y Salud, además de la General de Gobierno, Seguridad y Finanzas.
Pero su pleito mayor fue contra los diputados a los que calificó de aliados y vendidos. Testigos fueron Luis Donaldo Colosio y Bonifacio de la Garza.
Ahora como presidenta del Congreso, Ivonne Álvarez tiene la responsabilidad le consensuar acuerdos con los representantes de las diferentes bancadas.
Su Partido, el PRI, no tiene la mayoría en el Congreso, como el PAN, ambas, instituciones sin credibilidad por la corrupción de sus anteriores diputados.
En los acuerdos a consensuar está el de Carlos Garza, como secretario de Finanzas y Tesorero del Estado, ratificado en el cargo por el nuevo gobernador.
Es una incongruencia de Samuel García. El tesorero mueve a su antojo el dinero, recurso para comprar voluntades o diputados, como en el pasado y en la vieja política.
