Por Salvador Hernández LANDEROS.
El gobernador debe dejar de asustar con la pandemia; no mentir y aclarar de una vez por todas hacia dónde fue encauzado el presupuesto de Educación.
La realidad es que las escuelas están en el abandono; deterioradas, sucias y cientos de ellas sin agua para higienizarlas y menos para usar los sanitarios.
Jaime Rodríguez ya no debe engañar al pueblo diciendo: “Ayúdenme a tomar la decisión si el 30 de agosto se reinician las clases presenciales”. (sic)
Eso es una burla muy cruel que se puede pagar con cárcel. Si no es con él, al menos sí, con uno de sus colaboradores en la Secretaría de Educación.
Claro que hay pandemia y riesgos para los alumnos del nivel básico, pero hay otra realidad que hasta los maestros comentan entre ellos mismos.
Ellos dicen que hay cientos de escuelas que ni agua tienen y a muchas de ellas, el suministro fue suspendido por Agua y Drenaje por la falta de pago.
El abandono fue total. Cientos de planteles no cuentan con el vital líquido ni en los bebederos, al igual que carecen de la energía eléctrica, están sin luz,
Lo que publicó el periódico El Norte, sobre un negocio “todólogo” al que le han otorgado contratos por $205 millones, viene siendo una “peccata minuta”.
Suponen en la SE que ese negocio es “la caja chica” del arquitecto Nelson Doria, principal responsable del abandono y deterioro de los planteles.
Un posible desvío del presupuesto está en un acta que, de seguro, María de los Ángeles Errizuris, secretaria de Educación, mantiene bajo siete llaves.
Es la primera acta de sesión de la Unidad de Integración en la cual se acordó y se señaló su distribución para el presente año, mismo en el que ya estaban suspendidas las clases presenciales. Ahí es donde hay que escarbar norteños…