Por Salvador Hernández LANDEROS
La pérdida de vida de 19 soldados y 35 heridos es un saldo negativo para un Ejército, que, en una sola acción, quedó diezmado y con la moral caída.
En el recuento de daños, con la captura de un solo individuo, como Ovidio Guzmán López, se tuvo un alto costo, tanto para el Ejército como para el País.
En el poblado de Jesús María, Sinaloa, la imagen evidenció que la delincuencia organizada está dotada de vehículos y mejor armamento que el Ejército.
Dista mucho el comparar los vehículos blindados con alto nivel, con los del personal militar que fueron en simples camionetas “Cheyene”, sin blindaje.
Los soldados no iban bien armados ante el poderoso armamento de la DO. Sus fusiles FX, calibre 5.56 no hicieron mella en los cascos y chalecos contrarios.
El presidente y mexicanos debemos entender que las fuerzas armadas del País, militares y policías, requieren de mejor armamento, equipo y vehículos.
Soldados muertos, heridos, secuestrados y decenas encarcelados, algunos por la complicidad de Jueces corruptos, indican que en Justicia andamos mal.
La SEDENA, debe contar con sus abogados en Justicia Militar, para liberar a soldados presos acusados por la CNDH de matar en cumplimiento del deber.
Además, el distanciamiento entre Ejército y Marina no abona en el discurso oficial que señala que no se trata de una guerra, sino de restablecer la Paz.
Igual, el uso de militares en asuntos políticos o en cargos de competencia civil, en lugar de su misión esencial de defender la Nación, es rumbo equivocado.