Por Salvador Hernández LANDEROS.
Tiene razón Samuel García al decir que los diputados no lo van a doblar, pero de continuar su forma de gobernar, quizás y lo podrían poner de rodillas.
La efebocracia actual que vive el Nuevo Nuevo León, la vivió hace 48 años el Estado de Sonora con su joven gobernador, Carlos Armando Biebrich.
Fue en el sexenio de Luis Echeverría Álvarez, quien intentó innovar la política sonorense con un candidato joven que sólo gobernó de 1973 a 1975.
Biebrich llegó a los 33 años de edad a gobernar su Estado. Soberbio, prepotente, sin humildad y con un limitado oficio, cavó su tumba política. Se acabó.
El Nuevo León actual se asemeja al Sonora de esa época, con un gobernador joven, sin oficio político, producto de las engañosas redes sociales.
Samuel García lleva un año en el cargo. No ha entregado ninguna obra, no resuelve el problema de movilidad para miles de trabajadores y estudiantes.
El gobierno federal juega con él en el momento que quiere. La “chamaqueada” que le dieron con el trasvase del agua a Tamaulipas, podría ser su tumba.
Los legisladores del Congreso local no creen en sus acuerdos. Por eso está entrampada la elección de un nuevo Fiscal, que afecta la seguridad local.
No hay confianza de los alcaldes contrarios a su partido, a los que quiso someter con la retención de las participaciones económicas federales y estatales.
Por si fuera poco, el Congreso del Estado le podría complicar si exige, a la fiscalía General, lo mismo que la CEDH y citar a su principal colaboradora.
“Con la vara que mides, serás medido” y Jaime Rodríguez Calderón buscaría limpiar el nombre de la expresidenta de “Capullos”, donde antes “vendían niños”.