Por Salvador Hernández LANDEROS.
Cuando no hay voluntad ni oficio político para desempeñarse en la función pública, de nada sirven la juventud ni todos los doctorados universitarios.
Las resoluciones que le recetó la Suprema Corte de Justicia de la Nación al gobernador Samuel García, deberían hacerle entender que él no anda bien.
No fue una, sino tres controversias constitucionales que, de golpe, le desechó la SCJN “por notoriamente improcedentes”, al Ejecutivo del Nuevo Nuevo León.
Según dijo el ministro Javier Laynez, “se desecharon por notoria y manifiesta improcedencia las controversias promovidas por el Ejecutivo de NL” (sic)
Qué significa, (en lenguaje del Doctor Samuel García), el rechazo o “palo copeteado” que le asestó la Corte. Respeto al Congreso Estatal. Así de fácil.
La imagen triunfalista del joven gobernador se afecta. Lo primero que piensa el ciudadano, es que “de que le sirve presumir que tiene tres doctorados”.
Ser joven, física y emocionalmente, le va a ayudar a superar los tropiezos que, en tan poco tiempo del sexenio, está ocasionándole, su tierna edad política.
Sería muy conveniente, que sus asesores que ya están entrados en años, le explicaran que “la juventud, es un pecado que con los años se paga”.
Es muy lamentable que Samuel no haya aprendido de su paso por el Congreso Local ni por la Cámara de Senadores, que se supone, dan escuela política.
Si se empeña en querer someter a sus particulares intereses, en lugar de consensuar, con los integrantes de la actual legislatura, va a fracasar.
La visión de la actual Legislatura es totalmente diferente a la anterior, la cual siempre tuvo como interlocutor al tesorero que “El Bronco” le heredó.