Por Salvador Hernández Landeros.
La enseñanza pública para más de 30 millones de alumnos, requiere de la
infraestructura televisiva y, ante eso, el orgullo había que hacerlo a un lado.
Por ello mismo, no se vale hacer bulla al presidente, aunque merece que se le
restriegue el dicho: “Cae más pronto un hablador que un cojo”.
El Covid-19 le pegó a López Obrador donde más le duele. Según sus palabras,
“las televisoras lo atacaban porque no les daba dinero, como antes” (sic)
Y aunque en la mañanera del lunes el presidente haya dicho que las televisoras
cobrarán una “tarifa social”, para los dueños, “los negocios son negocios”.
Tampoco los dueños de las televisoras iban asumir una postura muy digna.
Tontos no son, saben el costo que pagarían ante los padres de los alumnos.
Carlos Slim tiene el “Infinitum”, pero no en todos los hogares hay internet ni
computadora, en cambio, donde hay electricidad, si hay televisión.
El ciclo “Aprende en casa ll” se inicia el 24 de este mes. El avance para el
regreso a clases de manera virtual, lo supervisará durante 20 días la SEP.
Como haya sido, lo importante es la enseñanza escolar en los niveles básicos
y proteger la salud de los menores y no exponerlos al contagio del Covid-19.
Además, para luego no andar con malos entendidos, hay que poner atención
en lo que explicó el presidente sobre el costo económico del programa.
Dijo: “Se trata de una cuota mínima, no es tarifa política, ni gubernamental,
no es tarifa comercial, la bautizamos como tarifa social”. (sic)
Y aunque el presidente y los empresarios aseguraron que no habrá lucro de
por medio, no dieron conocer costos. Pregunta: ¿Así era antes?
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