Por Salvador Hernández LANDEROS.
Analizar candidatos y estrategas del pasado y del presente. Hacer lo mismo con porcentajes, arrojó que el recién proceso arrolló a un gran perdedor.
Las grandes oportunidades se dan sólo una vez en la vida. Hubieron de pasar más de 30 años para que ésta le llegara al priista Abel Guerra Garza.
El apoyo para encumbrarse en la política estatal, le llegó directamente del presidente Andrés Manuel López Obrador. Una oportunidad de oro.
En N.L., sólo dos ex gobernadores tuvieron ese apoyo. Jorge Treviño con su amigo Miguel de la Madrid y Sócrates Rizzo con Carlos Salinas de Gortari.
Abel Guerra tuvo su primera oportunidad en 1991 cuando se iniciaba Sócrates como gobernador y el arquitecto alcanzó la alcaldía de Escobedo.
De ahí en adelante siempre estuvo en los primeros niveles del priismo local. Alcalde, diputado federal, presidente del PRI y funcionario estatal.
En dos ocasiones intentó ser alcalde de Monterrey. Perdió contra los panistas Adalberto Madero y Fernando Larrazabal y opositores dentro del PRI.
Abel cayó en esas ocasiones, pero salió adelante. Conservó como feudo el municipio de Escobedo y se allí su liderazgo lo extendió a vecinos municipios.
Salinas Victoria, Pesquería, Zuazua, Del Carmen y otros estuvieron con él y por él. Sin embargo, todo se derrumbó pese al apoyo del presidente AMLO.
Además del apoyo presidencial, también contó con apoyo de su mejor alumno, Jaime Rodríguez Calderón, gobernador que no lo colocó en su gabinete.
Abel no dio a conocer su renuncia al PRI, al igual que otros inconformes que parece fueron hacer más causa para ellos, que por Clara Luz. Ni modo.