Por Salvador Hernández LANDEROS.
Como diría el inolvidable cantautor argentino, José Alberto García Gallo, mejor conocido como Alberto Cortez: “Qué cosas tiene la vida Mariana”.
“Cuando más alto volamos, nos duele más la caída”, y eso, se puede asemejar en la admiración que, un día, Samuel García le expresó a Adrián de la Garza.
No escribimos al tanteo. Existe un video que compartimos aquí, de cuando el Senador García se quedó admirado con Adrián por su labor en seguridad.
Tan admirado quedó, que en su euforia verbal calificó al entonces alcalde de Monterrey, como el mejor en Seguridad y le “ofreció” ser el futuro Secretario.
Toda esa admiración de Samuel García hacia Adrián de la Garza, fue publicada en noticieros televisivos e impresos el 7 y 8 de julio del 2019.
¿Porqué de la admiración al veto? Según la escritora Brigitte Vasallo: “De la admiración al odio no hay pequeño paso. Sólo una gran decisión de odiar”.
También puede ocurrir que se sufra una ofensa y, de sus sentimientos de admiración, den paso a la rabia, al desprecio o la contradicción. Así de fácil.
El sentimiento de admirar y odiar es una ambivalencia. Una emoción negativa o positiva hacia alguien qué, en psicoanálisis, es actitud emocional.
¿Dónde perdió Samuel su emoción por Adrián? El mismo lo dijo. “Cómo se atreve el Congreso a ponerme a uno que se metió con mi familia”. ¡Gulp!.
Lo relevante es que mientras la noción de ambivalencia engendrada por todo un conflicto neurótico, o temor, la elección del nuevo Fiscal está entrampada.
Esos sentimientos mezclados del gobernador en el proceso de esa elección, está generado un caos político, que podría escalar niveles de ingobernabilidad.