Por Salvador Hernández LANDEROS.
Esta noche significa para la humanidad lo más sublime de nuestra existencia.
Hoy es Nochebuena. María, la virgen, espera el nacimiento de su vástago concebido por Obra y Gracia del Espíritu Santo.
María daría a luz a ese niño que crecería y sacrificaría su vida por quienes poblaríamos este mundo.
En cambio, José esperó un tiempo para el parto de ese hijo que, genéticamente, no llevaría su sangre.
Después de dos mil años, qué haría un hombre cuya mujer, su esposa, estuviera en parto para traer a este mundo a un hijo que no es de él…
El Padre Putativo de Jesús era un ferviente creyente de Dios y del Espíritu Santo.
Tal vez en la actualidad el esposo se sentiría ofendido por su honra mancillada y cometería un feminicidio.
Esa noche José y María se resguardaron en un humilde pesebre alumbrado solo con un pabilo.
La estrella de Belem iluminó la bienvenida y ese pesebre no era nada comparado con el ahora en ciudades y sectores que se confunden con Las Vegas.
Ni antes ni después del parto, José bebió licor, ni al llegar el Niño que bautizaría como Jesús.
No ingirió champagne, cogñac, whisky o cerveza. Tampoco hizo bailongo o uso la pirotecnia.
Seguros estamos que tampoco hubo una comilitona. Los pavos, cerdos y borregos pastaban tranquilos.
La natividad llegó, Jesús y María celebraron la Navidad con amor que prodigaron a su hijo.
Ese día no hubo triciclos, bicicletas, ni carritos o pistolas como regalo al niño.
Hoy es Nochebuena y mañana Navidad. Celebremos la llegada de Jesús, el Salvador.
Llenemos de gozo el espíritu y de amor a los hijos, familiares y amigos.
Quienes colaboramos en www.kwnoticias.com, les deseamos, de todo corazón, una Feliz Navidad.