Por Salvador Hernández LANDEROS.
La vida me ha dado el privilegió de contar con grandes amigos y de ellos he abrevado. En la “Viña del Señor hay de todo” y, de eso, me valgo esta vez.
Rolando Fernández Guajardo, amigo de otros grandes amigos y también de muchos políticos, me dejó de herencia una frase que hoy no tiene desperdicio.
Rolando fue un hombre íntegro. Como dirigente sindical y bajo su liderazgo logró beneficios para la burocracia que, en tiempos actuales, valen mucho.
Nunca olvidó su pertenencia. Fue un líder que sacó la casta para defender a los elementos de una institución que, como nunca, nadie la ha defendido.
Fue a principios de 1976, cuando con un grupo de comandantes de la PJE se la jugó para defender sus derechos y paralizó todas las dependencias del Estado.
El gobernador Pedro Zorrilla mordió el polvo y concedió, entre otros beneficios para toda la burocracia, el pago de doble aguinaldo. A Rolando se le debe.
Junto con él lucharon Mario González Pérez y los comandantes, Raúl Reyna, Raúl Rodríguez Jaime, Miguel Delgado y José Luís Castillo (a) “La Morsa”.
Les comento lo anterior para valorar de qué estaba hecho un dirigente sindical que buscó el beneficio para los trabajadores del Estado y no sólo el propio.
La frase que me heredó se las voy a escribir literalmente, tal como es. Casi nunca empleo esas palabras por respeto a los lectores. Pero esta vez, si vale.
Y vale, porque en la actualidad, existe una nueva clase de funcionarios públicos que se dicen políticos y no son más que trepadores y advenedizos.
No tienen idea de lo que es la ideología y el oficio. No conocen lo que es la forma y el fondo en política. Por ello esa frase les queda, “como anillo al dedo”.
“A poco porque eres muy güey y muy pendejo, te crees muy chingón”.