Ni supremos, ni eternos.

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Por Salvador Hernández LANDEROS.

Lo que está ocurriendo con la salud del presidente debe ser una llamada de
atención para los políticos que no entienden que son unos simples mortales.

Lamentamos que el presidente Andrés Manuel esté enfermo. Sea cual sea su
padecimiento, que lo supere y, restablecido, administre su reincorporación.

Al parecer va bien. Ya el gobierno federal circulo fotografías y video donde se
le observa bien, caminando acompañado por dos de sus ayudantes.

El próximo domingo se van a cumplir dos semanas de que se anunció que el
ejecutivo federal presentaba los síntomas positivos del Covid-19.

¿Quién lo contagió?, nunca se sabrá. ¿A quiénes contagió?, aparentemente a
ninguno de los personajes con los que se reunió. Ellos dicen estar sanos.

¿Qué sigue? Recuperar salud y vigilar posibles secuelas. Que es una persona
de la tercera edad, con 67 años, y cuidarse como todo un adulto mayor.

Para ser honestos, también considerar que nadie es indispensable y que con él
y si sin él al frente, México no va a desaparecer ni tampoco se va a acabar.

Andrés Manuel, debe comprender que asumió el cargo a los 65 años, siendo el
presidente de más edad, incluso que Adolfo Ruiz Cortines, que tenía 63 años.

Sus antecesores asumieron así: Miguel Alemán, tenía 46 años; López Mateos,
49; Díaz Ordaz, 53; Echeverría, 48; López Portillo, 56; De la Madrid, 48;
Salinas, 40; Zedillo, 43; Fox, 48; Calderón, 44 y Peña Nieto, 46.

En el tiempo de ellos, México era otro. Menos población, otra economía. No
enfrentaron la pandemia actual y sin problemas de salud personal.

Y los ciudadanos ponernos las pilas. No somos eternos. No somos supremos.
Hoy estamos, mañana no. Ni Mesías, ni Salvador del Mundo.

chavalolanderos@yahoo.com.mx