Alberto Vásquez/KW Noticias.
Luego de más de dos décadas en el ojo del huracán, el antro, cabaret o table dance, como quieran llamarle, encendió por última vez sus consolas de audio e iluminación, para escucharse por el micrófono un mensaje de despedida.
Uno de los empleados del polémico antro, se despidió de sus ex-compañeros de cabina, de las bailarinas, de los meseros, de los guardias de seguridad y de todos los clientes que alguna vez disfrutaron, no solo de una buena copa, sino también de la compañía de miles de jovencitas que ahí bailaban, ofrecían sus caricias y por unos cuantos pesos, cumplían a sus asiduos clientes todas sus fantasías.
El acorde de las golondrinas y las imágenes de la pista vacía, los tubos en los que las bailarinas deleitaban a los clientes con las acrobacias previas a quedar sin una prenda encima, fueron el marco para despedirse en redes sociales, para cerrar de manera definitiva.
Corrían los años 90s, recuerdo, cuando uno de los oficiales de la desaparecida Seguridad Pública del Estado me hizo el comentario sobre dicho antro: “Ahí tienen muchas extranjeras y es de los más caros, no cualquiera entra ahí porque cobran mucho y casi todas las bailarinas son extranjeras”. El comentario iba con una cierta dosis de intriga por parte del oficial, quiero suponer que por alguna diferencia con los dueños o encargados del local.
Ese día me acudí para ver aquel lugar que el oficial me había señalado como uno de los más caros, llevaba mi cámara de video de la empresa para la que trabajaba, por lo que el dilema fue como entrar sin ser identificado, sin arriesgarme a que me robaran el equipo.
Encontré un lugar, a unas cuantas cuadras de este sitio, un lugar iluminado, donde además había un vigilante, compre una cajetilla de cigarros y se le regale al guardia, para que me cuidara la unidad con el equipo que ya había dejado en la cajuela.
Camine un par de cuadras para llegar al lugar, donde fui recibido por dos guardias de seguridad, ambos medían 1.90 aproximadamente, me pidieron una identificación, uno de ellos entró al lugar con mi ID, luego de unos minutos salió, abriendo la puerta para que entrara.
Uno de los meseros se me acercó, me llevó hasta una mesa donde me acomodé para recorrer el local con la mirada mientras me servían una cerveza de lata.
A los cuantos minutos me levanté de mi mesa para ir al baño, aproveche para observar a los clientes de otras mesas, y mi sorpresa fue que entre ellos había varios políticos que en ese tiempo estaban en algún puesto de la función pública.
Cuando volví del baño, dos chicas estaban en mi mesa, las había mandado el mesero para hacerme compañía, una era rubia y la otra esa una mujer de color, ninguna de las dos pasaba de los 21 años, y se les dificultaba hablar el español.
En ese momento pedí la cuenta y me cargaron dos cervezas de lata que se habían tomado las chicas, con las que ni siquiera había cruzado palabra, pero para evitar problemas pague la cuenta y me salí.
Siguió la noche y la cobertura normal y ya casi para acabar el turno acudí para observar de lejos y grabar el momento en que salían las bailarinas, uno de los taxistas que prestaban sus servicios en el antro me había explicado que eran extranjeras y que vivían en unos departamentos frente al antro, algunas más vivían en un condominio cercano.
Me pareció interesante la nota, luego un periódico de la localidad publicó algo sobre bailarinas extranjeras y me gano la primera nota. Aún no sabían ellos donde estaban viviendo las bailarinas, lo cual me tocó publicar en una de las historias de la ciudad de noche.
Así iniciaron los operativos en contra de las extranjeras por parte de gobernación, en la que la mayor parte de las mujeres fueron deportadas a sus países de origen, sin embargo muchas se quedaron en México y Monterrey porque eran amantes de algún diputado o jefe policiaco en funciones.
“Oye me mando el jefe, me dijo que te preguntara si tomaste a las chicas que subieron a la troca de gobernación, la de migración que las sacó ahorita, lo que pasa es que ahí va una amiga de él, y quería ver si puedes aguantar esa foto y que mañana mi jefe te ve en la oficina.” Eran algunas de las palabras que decían los guardaespaldas o simplemente los comandantes de la entonces policía judicial, para salvar alguna de las chicas que después ellos mismos se llevaban en vehículos oficiales.
Las extranjeras fueron desapareciendo, por lo que ahora eran reclutadas chicas de la región o de la zona sur del país, pero su clientela seguía siendo la misma.
En este lugar se cerraron muchos negocios, se festejaron muchos triunfos, pero también se cuentan historias en las que la delincuencia organizada cerraba al local para disfrutar del show.
Ahora a años de distancia, cierra sus puertas, se despide del público y de sus empleados.
Amnesia dice adiós…
